miércoles, 19 de marzo de 2014





SAN JOSÉ 

Nazaret, Israel.  Padre

Significa Dios proverá Esposo de la Virgen María, padre putativo de Jesús. Patrono de la familia, patrono de la Iglesia Universal, patrono del trabajo y los obreros, patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria, Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú y Vietnam. 


Oh, San José, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y por designio
Divino, Esposo de Nuestra Señora, la Virgen
María. Dios, en su infinito amor, a vos,
confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús
y María. Vos, descendíais de la familia
de David y la devoción a vos, propagada ha
sido por San Vicente Ferrer, Santa Brígida,
San Bernardino de Siena, San Francisco de
Sales y Santa Teresa, que, curada milagrosamente
fue por vos. Decía ella: “Otros santos parece
que tienen especial poder para solucionar
ciertos problemas. Pero a San José le ha
concedido Dios un gran poder para ayudar en
todo”. Durante cuarenta años, cada año en
la fiesta de San José le he pedido alguna
gracia o favor especial, y no me ha fallado
ni una sola vez. Yo les digo a los que me
escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe
a este gran santo, y verán que grandes frutos
van a conseguir”. Vos, erais un hombre justo,
un verdadero santo, por ello actuasteis
como tal. Vos, soñasteis que el hijo que
iba María a tener, obra era, del Espíritu
Santo y que podíais casaros tranquilamente
con Ella, que fiel totalmente era. Y, así lo
hicisteis. En vuestro sueño segundo, en
Belén, un ángel os comunicó que Herodes
buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que
debía salir a Egipto huyendo. Y, vos os
levantasteis a medianoche y con María
y el Niño os fuisteis a Egipto. En vuestro
tercer sueño, en Egipto, el ángel os comunicó
que ya había muerto Herodes y que podían
volver a Israel. Y, así también lo hicieron.
 
Hoy, la Iglesia Católica, mucho venera,
vuestros cinco dolores, pero a cada dolor,
le correspondió una inmensa alegría que
Nuestro Señor os envió: El dolor primero,
nacer ver al Niño Jesús en una pobre cueva,
en Belén. A este dolor correspondió la alegría
de ver y oír a los ángeles y pastores llegar
a adorar al Divino Niño, y luego la visita
de los Magos reyes, con oro, incienso y mirra.
 
El dolor segundo, el día de la Presentación
del Niño en el Templo, al profeta Simeón
oir anunciar que Jesús causa sería de división
y que, muchos en su contra irían y que, por
esa causa, un puñal de dolor atravesaría el
corazón de María. A este dolor, le correspondió
la alegría de oír al profeta anunciar que,
Jesús sería la luz que, a todas las naciones
iluminaría, y la gloria del pueblo de Israel.
 
El dolor tercero, a Egipto la huida. A esta
pena, le tocó la alegría de ser, recibido muy
bien por sus paisanos en Egipto y el gozo de
crecer ver tan santo y hermoso al Divino Niño.
 
El dolor cuarto, la pérdida del Niño Jesús
en el Templo y la angustia de buscarlo por
tres días. A este sufrimiento, le siguió la
alegría de encontrarlo sano y salvo y de tenerlo
en casa, hasta los treinta años y verlo crecer
en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante
los hombres. El quinto dolor, la separación
de Jesús y de María al llegarle la hora de
morir. A este dolor, la alegría, la paz y el
consuelo le siguió de acompañado morir de los
dos seres más santos de la tierra: Jesús y María.
 
Oh, San José, del silencio santo, Patrono Santo
de la muerte, Patrono de los que viven la
interior vida y Patrono de la Iglesia toda;
oh, San José, “divino corredentor de la luz”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado.

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