lunes, 19 de diciembre de 2011

JOSÉ, EL ESPOSO DE MARÍA



JOSÉ, EL ESPOSO DE MARÍA

Obra de Francisco Fernandez, del libro Hablar con Dios

— Matrimonio entre San José y Nuestra Señora. El “guardián de su virginidad”.
— El amor purísimo de José.
— La paternidad del Santo Patriarca sobre Jesús.
I. A todos los santos se les suele conocer por una cualidad, por una virtud en la que son especialmente modelo para los demás cristianos y en la que sobresalieron de una manera particular: San Francisco de Asís, por su pobreza; el Santo Cura de Ars es modelo del sacerdote entregado al servicio de las almas; Santo Tomás Moro se distingue por la fidelidad a sus obligaciones como ciudadano y por la fortaleza para no ceder en su fe, que le llevó al martirio... De San José nos dice San Mateo: José, el esposo de María1. De ahí le vino su santidad y su misión en la vida. Nadie, excepto Jesús, quiso tanto a Nuestra Señora, nadie la protegió mejor. Ningún otro ha gastado su vida por el Salvador como lo hizo San José.
La Providencia quiso que Jesús naciera en el seno de una familia verdadera. José no fue un mero protector de María, sino su esposo. Entre los judíos, el matrimonio constaba de dos actos esenciales, separados por un período de tiempo: los esponsales y las nupcias. Los primeros no eran simplemente la promesa de una unión matrimonial futura, sino que constituían ya un verdadero matrimonio. El novio depositaba las arras en manos de la mujer, y se seguía una fórmula de bendición. Desde este momento la novia recibía el nombre de esposa de... La costumbre fijaba el plazo de un año como intermedio entre los esponsales y las nupcias. En ese tiempo, la Virgen recibió la visita del Ángel, y el Hijo de Dios se encarnó en su seno; a San José le fue revelado en sueños el misterio divino que se había obrado en Nuestra Señora y se le pidió que aceptara a María como esposa en su casa. “Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer (Mt 1, 24). Él la tomó en todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando de tal modo una disponibilidad de voluntad, semejante a la de María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero”2.
Esta segunda parte era como la perfección del contrato matrimonial y entrega mutua que ya se había realizado. La esposa -según la costumbre era llevada a la casa del esposo en medio de grandes festejos y de singular regocijo3. Ante todos, el enlace era válido desde los esponsales, y su fruto reconocido como legítimo.
El objeto de la unión matrimonial son los derechos que recíprocamente se otorgan los cónyuges sobre sus cuerpos en orden a la generación. Estos derechos existían en la unión de María y de José (si no hubieran existido, tampoco se hubiera dado un verdadero matrimonio), aunque ellos, de mutuo acuerdo, habían renunciado a su ejercicio; y esto, por una inspiración y gracias muy particulares que Dios derramaría sobre sus almas. La exclusión de los derechos habría anulado el matrimonio, pero no lo anulaba el propósito de no usar de tales derechos. Todo se llevó a cabo en un ambiente delicadísimo, que nosotros entendemos bien cuando lo miramos con un corazón puro. José, virgen por la Virgen, la custodió con extrema delicadeza y ternura4.
Santo Tomás señala diversas razones por las cuales convenía que la Virgen estuviera casada con José en matrimonio verdadero5: para evitar la infamia de cara a los vecinos y parientes cuando vieran que iba a tener un hijo; para que Jesús naciera en el seno de una familia y fuera tomado como legítimo por quienes no conocían el misterio de su concepción sobrenatural; para que ambos encontraran apoyo y ayuda en José; para que fuera oculta al diablo la llegada del Mesías; para que en la Virgen fueran honrados a la vez el matrimonio y la virginidad... Nuestra Señora quiso a José con un amor intenso y purísimo de esposa. Ella, que le conoció bien, desea que busquemos en él apoyo y fortaleza. En María y José tienen los esposos el ejemplo acabado de lo que deben ser el amor y la delicadeza. En ellos encuentran también su imagen perfecta quienes han entregado a Dios todo su amor, indiviso corde, en un celibato apostólico o en la virginidad, vividos en medio del mundo, pues “la virginidad y el celibato por el Reino de Dios no solo no contradicen la dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único Misterio de la Alianza de Dios con su pueblo”6.
II. En Nazareth se desposaron José y María, y allí tuvo lugar el inefable misterio de la Encarnación del Verbo de Dios. Con los desposorios, María recibió una dote integrada –según la costumbre7– por alguna joya de no mucho valor, vestidos y muebles. Recibió un pequeño patrimonio, en el que quizá habría un poco de terreno... Tal vez todo ello no montara mucho, pero cuando se es pobre se aprecia más. Siendo José carpintero, le prepararía los mejores muebles que había fabricado hasta entonces. Como ocurre en los pueblos no demasiado grandes, la noticia debió correr de boca en boca: “María se ha desposado con José, el carpintero”. La Virgen quiso aquellos esponsales, a pesar de haber hecho entrega a Dios de su virginidad. “Lo sencillo es pensar -escribe Lagrange que el matrimonio con un hombre como José la ponía al abrigo de instancias, renovadas sin cesar, y aseguraría su tranquilidad”8. Hemos de pensar que José y María se dejaron guiar en todo por las mociones e inspiraciones divinas. A ellos, como a nadie, se les puede aplicar aquella verdad que expone Santo Tomás: “a los justos es familiar y frecuente ser inducidos a obrar en todo por inspiración del Espíritu Santo”9. Dios siguió muy de cerca aquel cariño humano entre María y José, y lo alentó con la ayuda de la gracia para dar lugar a los esponsales entre ambos.
Cuando José supo que el hijo que María llevaba en su seno era fruto del Espíritu Santo, que Ella sería la Madre del Salvador, la quiso más que nunca, “pero no como un hermano, sino con un amor conyugal limpio, tan profundo que hizo superflua toda cualquier relación carnal, tan delicado que le convirtió no solo en testigo de la pureza virginal de María -virgen antes del parto, en el parto y después del parto, como nos lo enseña la Iglesia sino en su custodio”10. Dios Padre preparó detenidamente la familia virginal en la que nacería su Hijo Unigénito.
No es nada probable que José fuera mucho mayor que la Virgen, como frecuentemente se le ve pintado en los lienzos, con la buena intención de destacar la perpetua virginidad de María, pues “para vivir la virtud de la castidad, no hay que esperar a ser viejo o a carecer de vigor. La pureza nace del amor y, para el amor limpio, no son obstáculos la robustez y la alegría de la juventud. Joven era el corazón y el cuerpo de San José cuando contrajo matrimonio con María, cuando supo del misterio de su Maternidad divina, cuando vivió junto a Ella respetando la integridad que Dios quería legar al mundo, como una señal más de su venida entre las criaturas”11.
Ese es el amor que nosotros –cada uno en el estado en el que le ha llamado Dios– pedimos al Santo Patriarca; ese amor “que ilumina el corazón”12 para llevar a cabo con alegría la tarea que nos ha sido encomendada.
III. Los Evangelios nombran a San José como padre en repetidas ocasiones13. Este era, sin duda, el nombre que habitualmente utilizaba Jesús en la intimidad del hogar de Nazareth para dirigirse al Santo Patriarca. Jesús fue considerado por quienes le conocían como hijo de José14. Y, de hecho, él ejerció el oficio de padre dentro de la Sagrada Familia: al imponer a Jesús el nombre, en la huida a Egipto, al elegir el lugar de residencia a su vuelta... Y Jesús obedeció a José como a padre: Bajó con ellos y vino a Nazareth y les estaba sujeto...15.
Jesús fue concebido milagrosamente por obra del Espíritu Santo y nació virginalmente para María y para José, por voluntad divina. Dios quiso que Jesús naciera dentro de una familia y estuviera sometido a un padre y a una madre y cuidado por ellos. Y de la misma manera que escogió a María para que fuese su Madre, escogió también a José para que fuera su padre, cada uno en el terreno que le competía16.
San José tuvo para Jesús verdaderos sentimientos de padre; la gracia encendió en aquel corazón bien dispuesto y preparado un amor ardiente hacia el Hijo de Dios y hacia su esposa, mayor que si se hubiera tratado de un hijo por naturaleza. José cuidó de Jesús amándole como a su hijo y adorándole como a su Dios. Y el espectáculo -que tenía constantemente ante sus ojos de un Dios que daba al mundo su amor infinito era un estímulo para amarle más y más y para entregarse cada vez más, con una generosidad sin límites.
Amaba a Jesús como si realmente lo hubiera engendrado, como un don misterioso de Dios otorgado a su pobre vida humana. Le consagró sin reservas sus fuerzas, su tiempo, sus inquietudes, sus cuidados. No esperaba otra recompensa que poder vivir cada vez mejor esta entrega de su vida. Su amor era a la vez dulce y fuerte, tranquilo y ferviente, emotivo y tierno. Podemos representárnoslo tomando al Niño en sus brazos, meciéndole con canciones, acunándole para que duerma, fabricándole pequeños juguetes, estando con Él como hacen los padres, prodigándole sus caricias como actos de adoración y testimonio más profundo de afecto17. Constantemente vivió sorprendido de que el Hijo de Dios hubiera querido ser también su hijo. Hemos de pedirle que sepamos nosotros quererle y tratarle como él lo hizo.
1 Mt 1, 16.
2 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Redemptoris custos, 15-VIII-1989
3. — 3 F. M. William, Vida de María, Herder, Barcelona 1974, p. 59 ss.
4 Cfr. San Agustín, Tratado sobre la virginidad, 1, 4.
5 Santo Tomás, Suma Teológica. 3, q. 29, a. 1.
6 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Familiaris consortio, 22-XII-1981, 16.
7 Cfr. F. M. William, o. c., p. 66.
8 J. Mª Lagrange, Evangile selon Saint Lucas, 3ª ed., París 1923, p. 33.
9 Cfr. Santo Tomás, o. c., 3, q. 36, a. 5. c y ad 2.
10 F. Suárez, José, esposo de María, Rialp, 3ª ed., Madrid 1988, p. 50.
11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 40.
12 Santo Tomás, Sobre la caridad, en Escritos de catequesis, p. 205.
13 Lc 2, 27; 33; 41; 48.
14 Cfr. Lc 3, 23.
15 Lc 2, 51.
16 Cfr. José Antonio del Niño Jesús, San José, su misión, su tiempo, su vida. Centro Español de Investigaciones Josefinas, 2ª ed., Valladolid 1966, p. 137.
17 Cfr. M. Gasnier, Los silencios de San José, Palabra, 5ª ed., Madrid 1988, pp. 137-138.

Las Barbas de San José



http://www.youtube.com/watch?v=9bEloOENoHo

San Jose al niño Jesus
un beso le dio en la cara
y el niño Jesus le dijo
que me pinchas
con las barbas

Pastores venid
Pastores llegad
Adorar al niño
Adorar al niño que
a nacido ya.

Oiga usted señor Jose
no le arrime usted
la cara que se va asustar
el niño
con esas barbas
tan largas.

Pastores venid
Pastores llegad
Adorar al niño
Adorar al niño que
a nacido ya.

Las barbas de San Jose
el niñito acariciaba
y el santo se conreia cuando
de ellas tiraba

Pastores venid
Pastores llegad
Adorar al niño
Adorar al niño que
a nacido ya.

Fuente: musica.com
Letra añadida por alOndra...!!!

Villancicos flamencos (III) San José ha tomado celos






Rafael Romero. Estampa de gitano elegante y con señorío natural.

Rafael Romero, gitano de Andújar (Jaén), es una de mis debilidades flamencas, entre otras cosas porque tuve la oportunidad de oírle (y tratarle) bastantes veces en el Madrid de finales de los años 70.

Elegante y educado, cantaor de gusto exquisito, flamenco internacional (estos Villancicos se editaron en Francia), es un verdadero lujo oírle cantar.





Nochebuena de Andújar. Rafael Romero con la guitarra de Andrés Heredia. VOGUE-CONTREPOINT MC 20.095 (1955)




Están haciendo un convento
detrás de Sierra Morena
están haciendo un convento
todo de piedra labrada
para el Santo Sacramento
todo de piedra labrada
para el Santo Sacramento


Esta noche le ponen al niño
mantillas y pañales
faja y faldellín
porque vienen los fríos de enero
y el Rey de los Cielos
se quea sin vestir
porque vienen los fríos de enero
y el Rey de los Cielos
se quea sin vestir

(Voz: ¡Ay, Viva Andújar!
¡Pá la Virgen de la Cabeza!
¡Vamos!)

Y tendiendo en el romero
la Virgen está lavando
y tendiendo en el romero
los pajarillos cantando
y el agua se va riyendo
los pajarillos cantando
Y el agua se va riyendo

¡Oh mare María!
¡Oh mare de Dios!
¡Noche de maitines
pariste a Dios!

San José ha tomado celos
del preñado de María
y cuando nació el cordero
la baba se le caía
y cuando nació el cordero
la baba se le caía

Agacha la rama
y coge limones
y dale a la Virgen
de lo más mejores

¡Que sí, que no!
¡María se llama
La Madre de Dios!

Si no me das vino
no te doy licor
ni te canto coplas
del niño de Dios

Si no me das vino
no te doy licor
ni te canto coplas
del niño de Dios
Dale vuelta al bombo
verás como suena
las campanillitas
de la Nochebuena

¡Que sí, que no!
¡María se llama
la Madre de Dios!

http://larazonincorporea.blogspot.com/2011/12/villancicos-flamencos-iii-san-jose-ha.html
Publicado por Jose Morente en 21:50

La devoción a San José es inseparable de la devoción de María Santísima


La devoción a San José es inseparable de la devoción de María Santísima: ¨Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre¨ (Mt 19, 6). Y consta expresamente en el Evangelio que José era ¨el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo¨ (Mt 1, 16).

Es imposible ser un devoto auténtico de María sin tener también una veneración especial hacia su virginal esposo San José.
La devoción a San José es inseparable de la devoción de María Santísima: "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mt 19, 6). Y consta expresamente en el Evangelio que José era "el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo" (Mt 1, 16).

Es imposible ser un devoto auténtico de María sin tener también una veneración especial hacia su virginal esposo San José.

Próximos a la Navidad, por lo tanto, proponemos a nuestros amigos esta lectura sobre la vida de San José.

Toda la teología de San José se encierra en estos dos títulos fundamentales: esposo de María y padre virginal de Jesús.

Efectivamente, toda la grandeza de San José parte de ese hecho al parecer tan natural y sencillo: llevar al Niño Jesús en sus brazos, es decir, ser su padre adoptivo y esposo virginal de María Santísima.

Es en virtud de esos dos títulos sublimes que San José forma, en cierto modo, parte integral del misterio de la Encarnación. El no participó físicamente en todo el misterio de la Encarnación, pero si participó totalmente al ofrecer su vida como sacrificio para el cuidado, servicio, provisión y protección de Jesús y de María.

Fue siempre el custodio fiel de Jesús y María.

Vivió perfectamente la consagración a María

Más aún, así como por designio de Dios el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen está unido "indisolublemente al Corazón de Cristo", de manera que estos Dos Corazones permanecieran unidos para siempre y por ellos nos llegara la salvación, así mismo, por designio de Dios, el corazón que más de cerca vive en alianza con éstos Dos Corazones es el corazón de San José.

Cuando contemplamos el corazón de San José, contemplamos un corazón puro, que dirige todos sus afectos y acciones hacia aquellos que le fueron encomendados, cuya grandeza él supo leer y entender. Todos los movimientos del corazón de San José tenían un solo objetivo: el amor de los Dos Corazones. Por ellos trabajó; por ellos obedeció; por ellos sufrió; a ellos los defendió y protegió sin interrupción. Su vida era para amar, consolar, proteger y cuidar a los Dos Corazones. Hay que recordar que San José no era Dios hecho hombre, ni tampoco fue concebido inmaculado; el nació con el pecado original igual que todos nosotros. Pero su corazón se hizo uno con el Corazón de María y a través de ella, con el Sagrado Corazón de Jesús.

Por ello podemos decir que San José vivó en perfección la consagración al Inmaculado Corazón de María, tal como la recomienda San Luis María Grignion de Montfort. Es él, el perfecto devoto de la Virgen, y nosotros debemos aprender de él. Es el primer ejemplo del mensaje que San Juan Eudes escuchó del Corazón Eucarístico de Jesús: "Te he dado este admirable Corazón de Mi Madre, que es Uno con el Mío, para ser Tu verdadero Corazón también...para que puedas adorar, servir y amar a Dios con un corazón digno de su Infinita Grandeza".

San José en las apariciones de Fátima

De manera particular, Dios hizo relucir la persona y misión de San José en su relación con los Sagrados Corazones de Jesús y María en las apariciones de la Virgen de Fátima, Portugal.

En la última aparición de la Virgen, el 13 de octubre de 1917, San José aparece junto con el Niño Jesús y bendice al mundo. Sor Lucía, la principal vidente, relata lo sucedido:

"Después que Nuestra Señora había desaparecido en la inmensidad del firmamento, contemplamos a San José con el Niño Jesús y a nuestra Señora envuelta en un manto azul, al lado del sol. San José y el Niño Jesús aparecieron para bendecir al mundo, porque ellos trazaron la Señal de la Cruz con sus manos. Cuando un poco mas tarde, esta aparición desapareció, vi. a nuestro Señor y a la Virgen; me parecía que era Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor apareció para bendecir al mundo en la misma manera que lo hizo San José. Esta aparición también desapareció y vi a Nuestra Señora una vez mas, esta vez como Nuestra Señora del Carmen."

Modelo de padre y esposo

A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima Virgen María.

Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1,45; 6,42; Lucas 4,22) el carpintero (Mateo 12,55).

No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Santísima Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del Niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!

San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.

Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio. "San José, Patrono de la Vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar".

San José en el Evangelio

Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de San Mateo y de San Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación.

San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Heli. Probablemente nació en Belén, la ciudad del Rey David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.

Según San Mateo 13,55 y San Marcos 6,3, San José era un "tekton", es decir un artesano-carpintero.

San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María quien tendría entre 12 a 14 años. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero y al mismo tiempo descendiente del Rey David, ejemplo para todos nosotros.

Comunión de corazones

La relación esposal de San José y la Virgen María nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios. San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.

La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma más pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.

El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., "De cons. Evang.", II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; "Cont. Julian.", V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2).

Prueba, confianza y humildad

Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño:

"José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1,19-20, 24).

Unos meses más tarde, llegó el momento para San José y María de partir hacia Belén para empadronarse según el decreto del emperador Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba encinta. (cf. Lucas 2,1-7).

En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y más tarde los Reyes Magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(San Lucas 2,33).

Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle." (San Mateo 2,13). San José obedeció y tomó responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.

San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto. Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor de Dios, sin exigir nada.

Una vez más por medio del ángel del Señor supo de la muerte de Herodes: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño. El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". (San Mateo 2,22).

Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. San Lucas 2, 42-51). San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.

Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su Sagrada Familia y su taller de carpintería.

Lo más probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Caná ni se habla más de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María Santísima. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.

Los Santos y la devoción a San José

La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.

Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José. Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que en la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.

Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudis y Santa Brígida de Suecia y San Bernardino de Siena .

Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "la opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".

En el siglo XIV y XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer y Bernadino de Siena.

Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471-1484), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726, siglo en que San Francisco de Salles predicó muchas veces recomendando la devoción a él.

Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de la Virgen con San José.

La devoción a San José se arraigó entre los obreros durante el siglo XIX. El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, él mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. León XIII y San Pío X fueron también devotos de San José. Este último aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.

El Papa Pío XII instaura la fiesta de San José, Obrero, el día 1 de mayo.

El Papa Pío XII instauró la fiesta de San José, Obrero, el día 1 de mayo y Juan Pablo II habló en "Redemptoris Custos";de la misión de San José especialmente en estos tiempos donde la Iglesia enfrenta grandes peligros.

"Tomé por abogado al glorioso San José" (Santa Teresa)

La que más propagó devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable.

En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".

"Tomé por abogado y señor al glorioso San José.", decía Santa Teresa de Jesús.

"No me acuerdo hasta ahora, agregaba, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea más aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción..." . (Santa Teresa de Ávila)

San José, Patrono de la Iglesia Universal

El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego de los obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San José Patrono universal de la Iglesia, el 8 de Diciembre de 1870.

¿Que guardián o que patrón va darle Dios a su Iglesia? El que fue el protector del Niño Jesús y de María. Cuando hubo llegado el tiempo de fundar la familia divina, San José fue elegido por Dios para padre nutricio y protector, y cuando se trató de continuar esta familia en el mundo, esto es, de fundar, de extender y de conservar la Iglesia, a San José se le encomienda el mismo oficio. Un corazón que es capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor y tomar bajo su protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es Cabeza y María es Madre.

¡Pidamos a San José que custodie a la Iglesia entera!

San José, patrono de los moribundos

La devoción cristiana ha considerado siempre a San José como Patrono y Abogado especialísimo de los moribundos, ya que él tuvo la muerte más privilegiada que jamás haya experimentado criatura alguna: entre los brazos de Jesús y de María.

Esta piadosa creencia ha sido comprobada en la práctica con muchos testimonios de personas que han visto claramente la intercesión de San José a la hora de la muerte de un familiar y la Iglesia ha confirmado esta devoción (Papa Benedicto XV, 25 de julio de 1920).

Devociones a San José

Fiesta: 19 de Marzo

Mes de San José: Marzo

Los miércoles, tradicionalmente ha sido considerado el día de San José

Oración al Glorioso Patriarca San José

Glorioso Patriarca San José,

cuyo poder saber hacer posibles

las cosas imposibles,

venid en nuestra ayuda en estos momentos

de angustia y dificultad.

Tomad bajo vuestra protección

las situaciones tan serias y difíciles

que os encomendamos a fin de que

tengan un feliz solución

Nuestro bienamado Padre,

toda nuestra confianza está puesta en Vos.

Que no se diga que os hemos invocado en vano,

y puesto que Vos podéis todo

ante Jesús y María,

mostradnos que Vuestra bondad es tan

grande como Vuestro poder. Amen

El Acordaos de San José

Acordaos, oh castísima esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber hallado consuelo.

Lleno pues, de confianza en vuestro poder vengo a vuestra presencia y me encomiendo a vos con todo fervor. Ah! no desechéis mis súplicas, oh padre virginal del Redentor, antes bien acogedlas propicio, y dignaos acceder a ellas benignamente. Amén

Letanías de San José

San José, padre virginal de Jesús,- Rogad por nosotros.

San José esposo virginal de María,- Rogad...

San José, hombre justo según el corazón de Dios,- Rogad...

San José, custodio fiel de la Madre y del Hijo de Dios,- Rogad...

San José, confidente íntimo de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, -Rogad...

San José, fiel imitador de las virtudes de estos Sagrados Corazones,- Rogad...

San José, modelo de vida oculta y de íntima unión con los Sagrados Corazones de Jesús y de María, Rogad...

San José, modelo de generosidad para con los Sagrados Corazones de Jesús y de María, -Rogad..

San José, consolado en vuestras pruebas por estos Sagrados Corazones, -Rogad....

San José, que vivisteis en Nazaret en la paz de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, -Rogad...

San José, revestido de autoridad paternal sobre el Sagrado Corazón de Jesucristo, -Rogad...

San José, ardiente en amor hacia los Sagrados Corazones de Jesús y de María, -Rogad...

San José que aprendisteis la dulzura, la humildad y la misericordia en la escuela de estos Sagrados Corazones, - Rogad...

San José, instruido en la vida interior en la escuela de estos Sagrados Corazones, -Rogad...

San José, que participáis en el cielo de las delicias de estos Sagrados Corazones, - Rogad...

San José, que ocupáis en el cielo un lugar cerca de Jesús y de María,- Rogad...

San José, poderoso protector de la Iglesia,- Rogad...

San José, compasivo abogado de la Iglesia,- Rogad...

Adelantad con vuestras súplicas el triunfo de la Iglesia- ¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Consolad y proteged a nuestro Soberano Pontífice- ¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Cuidad y defended a nuestra amada patria- ¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Pedid para nosotros el amor de los Sagrados Corazones- ¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Rogad por todas las Familias-¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús! Rogad por todas la Congregaciones Religiosas-¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Rogad por los Sacerdotes y los Misioneros- ¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Rogad por todos los Apóstoles de los Dos Corazones-¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Rogad por todos los pecadores y los que están en el error-¡Oh San José, poderoso con el Corazón de Jesús!

Oración

¡Oh Dios, que ofrecéis a San José como modelo de la verdadera devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y nos lo dais como patrono en medio de las pruebas que afligen al mundo y a la Iglesia! Concedednos por su intercesión la gracia de llegar a ser verdaderos hijos de estos Sagrados Corazones. Os lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Datos extraídos de varia fuentes, entre las cuales destacamos el site: www.corazones.org, obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María

lunes, 21 de noviembre de 2011

San José, mi Padre y Señor




Bruselas: Desposorios



Oraciones a San José














SÚPLICA A SAN JOSÉ






José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.
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ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS



¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.
Jaculatoria. Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores.



VISITA A SAN JOSÉ



¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora vuestra protección experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía. Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

Jaculatoria.-¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.
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ORACIÓN A SAN JOSÉ




San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza.
Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.
Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obténme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.


Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas y así asemejarme día a día al modelo de la plena humanidad:

EL SEÑOR JESÚS.
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CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ ANTE LAS TRIBULACIONES




¡Oíd, querido San José, una palabra mía !... Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro... Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo… y ayuda? A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso. Amén.


Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.
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CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ



Oh Glorioso Patriarca San José, heme aquí, postrado de rodillas ante vuestra presencia, para pediros vuestra protección.
Desde ya os elijo como a mi padre, protector y guía. Bajo vuestro amparo pongo mi cuerpo y mi alma, propiedad, vida y salud. Aceptadme como hijo vuestro. Preservadme de todos los peligros, asechanzas y lazos del enemigo. Asistidme en todo momento y ante todo en la hora de mi muerte. Amén.

Bruselas Iglesia de Santa María



Catedral de Santa Maria de la Almudena (Madrid)

miércoles, 18 de mayo de 2011

Un nombre un santo - San José

http://www.youtube.com/watch?v=ZyBjGA7eWoA

Origen y curiosidades sobre el dia del padre y de San José



La tradición en el culto a San José tardó en tomar fuerza dentro del mundo cristiano, a pesar de ser el padre elegido para Jesús. El motivo más probable es que en sus orígenes los cristianos sólo rendían algún tipo de culto a los mártires y no era el caso de San José.

En los principios del siglo IV ya comenzaba a aparecer el culto a San José entre los Coptos, apareciendo su festividad en el día 20 de julio del calendario Copto.

En el mundo occidental aparecen las primeras referencias a su culto en el año 1129 donde se encuentra una Iglesia dedicada a su nombre en Bolonia.


Los padres Carmelitas fueron los primeros en trasladar su culto desde Oriente hasta Occidente de una manera completa y tras su aparición en el calendario Dominico fue ganando cada vez más fuerza.

Durante los años posteriores, grandes personalidades que después fueron santos, en algunos de los casos, tuvieron una gran devoción por San José, lo que hizo que su culto tomase más fuerza. Es significativa la aportación de Jehan Charlier Gerson que en 1400 compuso un Oficio de los Esponsales de San José.

En el pontificado de Sixto IV, San José fue introducido en el calendario romano, que es el que ha llegado hasta nuestros días, en el día del 19 de marzo.

Esto fue fundamental y a partir de ese momento se convirtió en fiesta simple, pasando a fiesta doble por Inocencio VIII, fiesta doble de segunda clase por Clemente XI. Finalmente Pío IX le nombró patrono de la Iglesia Católica. También entre los obreros ganó mucha popularidad durante el siglo XIX. De hecho Pío XII instauró la fiesta de San José Obrero el día 1 de mayo, el día del trabajo.

Curiosidades:

•El motivo de que su día también se celebra el día del padre es el carácter que se le da a San José como buen padre y protector.

•En América sin embargo, se celebra el tercer domingo de junio debido a que Sonora Dodd una mujer estadounidense vio en su padre un referente de valor, cariño y sacrificio ya que enviudó mientras su mujer daba a luz a su sexto hijo. Tras ello él sólo sacó adelante a toda la familia en una granja. Por este motivo, Sonora Dodd propuso celebrar el día 19 de junio, fecha del nacimiento de su padre, una festividad en honor a los padres. En el año 1924 el presidente Calvin Coolidge lo convirtió en celebración nacional. Finalmente en el 66 Lyndon Johnson proclamó el tercer domingo de junio día oficial del padre en todos los EEUU. Esta fecha fue adoptada por la mayoría de los países del continente.

•Es típico representar a San José como un hombre mayor y con un cayado del que nacen flores en su extremo. Esto es debido a las diversas leyendas que puedes conocer en la vida de San José.

•Los Pepes. El motivo de que a las personas con nombre José se les conozca también como Pepe, es que, al no ser el padre biológico de Jesús era por tanto su padre putativo, y en las diversas pinturas, esculturas o al leer algo en las escrituras sobre él, se añadía tras su nombre las iniciales PP (padre putativo).




SAN JOSÉ POR SANTA TERESA DE JESÚS
Santa Teresa de Jesús, se encomendó a san José, es así como ella habla mucho de el, y fue gran devota de este Santo.
Esta es una selección de párrafos escrito Santa Teresa sobre San José


1.- Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido (V 6,6).
Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.
2.- Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que han comenzado a tenerle devoción, habiendo experimentado esta verdad (V 6, 6)
3.- Procuraba yo celebrar su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo que se hiciese bien y con muchos detalles, aunque con buena intención (V 6, 7).
4.- Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido a nadie que le tenga verdadera devoción y le haga particulares servicios, que no lo vea más aprovechado en la virtud; pues ayuda mucho a las almas que a él se encomiendan (V 6, 7).
5.- Creo que ya hace algunos años que el día de su fiesta le pido una cosa y siempre la veo cumplida; si la petición va algo torcida, él la endereza para más bien mío (V 6, 7).
6.- Quien no hallare maestro que le enseñe a orar, tome a este glorioso Santo por maestro y no errará el camino. No quiera el Señor que haya yo errado atreviéndome a hablar de él; porque aunque publico que soy devota suya, en servirle y en imitarle siempre he fallado. Pues él hizo, como quien es, que yo pudiera levantarme y no estar tullida; y yo, como quien soy, usando mal de esta merced (V 6, 8).
6.- No me hartaba de dar gracias a Dios y al glorioso Padre mío san José, que me pareció que él lo había traído, porque fray Pedro era Comisario General de la Custodia de san José, a quien me encomendaba mucho, y a nuestra Señora (V 3, 7).
7.- Un día, después de comulgar, Su Majestad me mandó con mucha insistencia que lo intentara con todas mis fuerzas, y me hizo grandes promesas de que se haría el monasterio, y que Dios se glorificaría mucho en él, y que su título fuese de san José, que él nos ampararía en una puerta y nuestra Señora en la otra (V 32, 11).
8.- Una vez estaba en un apuro del que no sabía cómo salir, pues no tenía dinero para pagar a unos albañiles, y se me apareció san José, mi verdadero padre y señor, y me dijo que no faltaría dinero y que los contratara; y así lo hice, sin un céntimo. Y el Señor de modo maravilloso que asombraba a los que lo oían, me proveyó (V 33, 12).
9.- Al glorioso san José no vi con tanta claridad, aunque vi muy bien que estaba allí, como en las visiones que he dicho que no se ven (V 33, 15).
10.- Mas ¡ay, hijas!, encomiéndenme a Dios y sean devotas de san José, que puede mucho (Cc 28ª).
11.- Ya entonces yo oraba mucho a nuestro Señor, suplicándole que no me fuese sin dejarles casa (en Sevilla), y hacía que las hermanas se lo pidiesen y al glorioso san José, y hacíamos muchas procesiones (F 25, 3).
12.- Las hermanas habían pedido mucho a san José que para su día tuviese casa (en Burgos), y sin pensar que la tendrían tan pronto, se lo cumplió (F 31, 36).
13.- Los días primeros de pascua, u otros días de solemnidad, podrán cantar Laudes, en especial el día del glorioso de san José (Const 1, 3).
14.- Aunque tenga muchos santos por abogados, tengan particularmente a san José, que alcanza mucho de Dios (Av 65).

El rey Luis XIV consagra Francia a San José Conocemos el Voto de Luis XIII (rey de Francia), consagrando su país a la San...