viernes, 16 de marzo de 2012

«Que todos sean devotos de este glorioso santo»



19 de marzo, solemnidad de San José

Y tomé por abogado y señor
al glorioso san José, y encomendéme
mucho a él. (...)
No me acuerdo hasta ahora
haberle suplicado cosa
que la haya dejado de hacer.
Es cosa que espanta las
grandes mercedes que me ha
hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de
los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de
alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia
para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo,
tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el
Señor darnos a entender que, así como le fue sujeto en
la tierra (que como tenía el nombre de padre, siendo ayo,
le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide.
Esto han visto otras algunas personas a quien yo
decía se encomendasen a él, también por experiencia:
y aun hay muchas que le son devotas de nuevo, experimentando
esta verdad. (...)
Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este
glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de
los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona
que de veras le sea devota y haga particulares
servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud;
porque aprovecha en gran manera a las almas que a él
se encomiendan.
Paréceme, ha algunos años, que cada año en su día
le pido una cosa y siempre la veo cumplida. Si va algo
torcida la petición, él la endereza para más bien mío.
Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de
buena gana me alargara en decir muy por menudo las
mercedes que ha hecho este glorioso santo a mí y a otras
personas; mas por no hacer más de lo que me mandaron,
en muchas cosas seré corta, más de lo que quisiera; en
otras más larga que era menester. En fin, como quien en
todo lo bueno tiene poca discreción.
Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no
me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es
encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción.
En especial personas de oración siempre le habían
de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en
la Reina de los Ángeles, en el tiempo que tanto pasó con
el niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien
que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le
enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro, y
no errará en el camino. Plega al Señor no haya yo errado
en atreverme a hablar en él; porque aunque publico serle
devota, en los servicios y en imitarle, siempre he faltado;
pues él hizo, como quien es, en hacer de manera que
yo pudiese levantarme y andar, y no estar tullida, y yo,
como quien soy, en usar mal de esta merced.
Teresa de Jesús

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