jueves, 25 de julio de 2013

REGHIERA PER LA FAMIGLIA

PREGHIERA PER LA FAMIGLIA



Padre del cielo,
Tu ci hai dato un modello di vita
nella famiglia di Nazareth,
aiutaci, o Padre buono,
a fare della nostra famiglia
un'altra Nazareth, dove regnano
l'amore, la pace e la gioia.
Fa' che la nostra vita,
sia profondamente contemplativa,
intensamente eucaristica
e vibrante di gioia.
Aiutaci a rimanere insieme
nella gioia e nella sofferenza
attraverso la preghiera familiare.
Insegnaci a vedere Gesù
nei membri della nostra famiglia
specialmente nelle loro difficoltà.
Possa il Cuore Eucaristico di Gesù
rendere i nostri cuori miti ed umili
come il suo e possa aiutarci
a compiere i nostri doveri familiari
in modo santo.
Possiamo amarci
come Dio ama ognuno di noi,
ogni giorno sempre più,
e possiamo perdonarci le offese
come Dio perdona le nostre.
Aiutaci, o Padre buono,
a prendere ciò che ci dai
e a darti tutto ciò che ci chiedi
con grande gioia.
O Immacolato Cuore di Maria,
causa della nostra gioia,
prega per noi.
S. Giuseppe, prega per noi.
S. Angelo Custode,
rimani sempre con noi,
guidaci e proteggici.
AMEN


http://www.lasacrafamiglia.com/2011/03/medjugorje-apparizione-annuale-mirjana.html

martes, 16 de julio de 2013





Belén

Belén es el lugar de nacimiento de Jesús. Su madre, María, lo concibió mientras residía en Nazareth y estando ya prometida en matrimonio a quien sería su esposo, José.  Pero José no había convivido con María. Al darse cuenta de que su futura esposa estaba embarazada, quedó perplejo. La ley lo autorizaba a denunciarla como adúltera, ya que el contrato de esponsales permitía que los prometidos vivieran juntos. Esa denuncia hubiera significado la condena a muerte de María y de su cómplice en el adulterio. Hubo una noche de agonía en la que la vida de María y la del niño que llevaba en su seno quedaron en manos de José. El, siendo justo, optó por la vida. Y ante la otra opción, desvincularse de su esposa encinta y tomar distancia de una paternidad incierta, un Ángel del Señor le llamó durante el sueño a no temer recibir por esposa a María y aceptar ser el padre adoptivo  de Jesús.

 La historia del mundo tiene con José una deuda imposible de pagar. La luz de su fe, superior a la de Abraham ( éste creyó que podía tener un hijo accediendo carnalmente a su esposa nonagenaria, y se mostró dispuesto a sacrificarlo, pensando que poderoso era Dios para resucitarlo; José creyó  que podía y debía ser padre de un hijo de esposa virgen, y se mostró dispuesto a recibirlo y educarlo para una misión cuyo fruto no llegaría a ver en la tierra) fue el punto de inflexión decisivo para que María diera a luz a quien sería, y es, la Luz del mundo.

Hizo con ello honor a su nombre. José significa aumento. En esa noche de humana tiniebla y perplejidad José no optó por disminuir, restar o dividir la luz, símbolo y sinónimo de la vida. Creyó en la Luz y apostó por aumentar y cuidar la Vida. En estricta  justicia, el nacimiento en Belén de quien diría -y dice- “Yo soy la Vida, y Yo he venido para que tengan vida, y abundante vida”, se lo debemos a la fe de José.

 En su noble figura se inspiran, y a su intercesión acuden quienes favorecen la adopción de niños huérfanos, abandonados o indeseados. La obediencia presta de José a los designios divinos salvó a Jesús de la matanza decretada por Herodes contra todo niño menor de dos años residente en Belén. El cauteló indemne la vida de su niño hebreo durante los años de exilio en un Egipto cuyo faraón también sabía de exterminios masivos de inocentes de tal condición. Buscó con angustia a su adolescente de 12 años hasta reencontrarlo en el lugar donde siempre  se encuentran los tesoros perdidos: en el Templo del Señor de la Vida.

Belén, la adolescente que espera un hijo, no necesita a Herodes, sino a José.


Padre Raúl Hasbun
12 de julio de 2013

lunes, 1 de julio de 2013

Mi Padre y Señor San José



Mi padre y Señor san José es como llama repetidas veces Santa Teresa a San José con una nota de confianza y de algo muy personal. San José es su padre y Señor.

Estos dos calificativos expresan lo que san José es para ella y ha sido a lo largo de toda su vida. Padre, un padre lleno de amor y misericordia, un reflejo del Padre del cielo que tanto enaltece en el Camino de perfección, un padre tierno, en quien ha puesto toda su confianza. Así lo ha experimentado tantas veces en su vida. Cuando, en un arrobamiento, le ponen una vestidura muy blanca en la iglesia de Santo Tomás de Ávila, al principio no ve quien se la pone “después vi a nuestra Señora al lado derecho y a mi padre San José al izquierdo” (V 33,14). Santa Teresa tiene una confianza ilimitada en su padre San José. Acude a él en todos los momentos de su vida, en su ejercicio de oración, -es su maestro de oración- en su actividad apostólica y de fundadora. Cuando la fundación del primer convento de San José de Ávila se ve sin una blanca para pagar a los obreros. ¿A quién acude? A su padre San José que sabe que no le falla. “me apareció San José, mi verdadero padre y Señor, y me dio a entender que no me faltarían los dineros” (V 33,12). Y San José acudió a su hija y de manera tan maravillosa que las personas a las que se lo contaba quedaban espantadas de lo que oían.

Y es que sabe y cree que además de padre es poderoso. Lo puede todo, es omnipotencia suplicante. Cree con fe ciega que San José todo lo alcanza de su Hijo, a cuya izquierda está sentado en el cielo, y que no le falla nunca porque las súplicas de José para su Hijo son mandatos… “No recuerdo, hasta ahora, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo; de los peligros que me ha librado así de cuerpo y de alma, que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a éste glorioso Santo tengo por experiencia que socorre en todas;…Jesús en el cielo hace cuanto le pida”. Éste padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir de todas mis necesidades.

Santa Teresa desde su experiencia continuada de San José como su padre y señor nos anima a que le tomemos como nuestro padre y señor, a que seamos devotos de este glorioso santo, “querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios” (V 6,7), a que acudamos a él en todas nuestras necesidades y veremos por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso santo, aprovecha en gran manera a las almas que se encomiendan a él.


P. Román Llamas


El rey Luis XIV consagra Francia a San José Conocemos el Voto de Luis XIII (rey de Francia), consagrando su país a la San...