La muerte de
San José. Gianantonio Guardi
Después de conocer en detalle la presencia de San José en los
evangelios y muchas otras
cosas porque la de San
José es una figura muy bienquista a esta columna, vamos a
entrar hoy tan terrenal como el de su muerte, una costumbre demasiado humana
que, curiosamente, en aquella casa de Nazaret, fue el único que degustó.
A la muerte de José no existe
referencia alguna en ninguno de los textos canónicos, ni en consecuencia con lo
dicho, tampoco en los evangelios. Sí cabe extraer la constancia de que para
cuando Jesús comienza
su ministerio, José ya
ha muerto, porque no existe referencia a él en pasajes en los que, de haber
estado vivo, habría aparecido sin duda. Notablemente, el del regreso de Jesús a Nazaret, que
reza como sigue.
“Salió de allí y vino a su patria, y sus
discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga.
La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto?
y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus
manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago,
Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se
escandalizaban a causa de él.” (Mc. 6, 1-3).
O el conocido como “El verdadero parentesco de Jesús”:
“Todavía estaba hablando a la muchedumbre,
cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con
él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean
hablarte.» Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes
son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos
son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de
los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»” (Mt. 12, 46-50).
La literatura apócrifa
pronto repara en la laguna existente en los textos canónicos y se pone manos a
la obra. El texto de referencia al respecto es, sin duda de ninguna clase, el
llamado “Historia de
José el Carpintero”, un texto que se conoce a través de un
manuscrito árabe publicado en 1722, de un texto fragmentario procedente de la
colección del Cardenal Borgia publicado en 1810, y de algunos otros fragmentos,
el cual podría datar, según el gran experto en apócrifos Aurelio de Santos, del s.
IV-V, y procedería en todo caso, de ambientes coptos en los que José registró gran
veneración desde el principio
El apócrifo se presenta como un relato que
hace Jesús a
los apóstoles sobre la figura de su padre. Jesús declara tener “quince años”cuando ocurre el
óbito de su padre (HistJo. 14, 6), -que por su parte, tiene ciento once
(HistJo. 14, 6)-, y haber acontecido el óbito un “26 del mes de epep” (HistJo.
15, 5), mes copto que viene a caer entre julio y agosto, dato que bien podría
haberse utilizado para emplazar la festividad.
Este es el relato que la “Historia de José el Carpintero” pone
en boca de Jesús sobre
la muerte de su padre:
“Miguel
y Gabriel se llegaron al alma de mi padre José. La tomaron y la envolvieron en
un hábito luminoso. Y él entregó el alma en manos de mi buen Padre, que le dio
la salvación y la paz. Y ninguno de los hijos de José notó que había muerto.
Los ángeles guardaron su alma contra los demonios de las tinieblas, que estaban
en el camino. Y los ángeles loaron a Dios hasta que hubieron conducido a José a
la mansión de los justos.
Y su cuerpo quedó yacente y frío. Posé mi
mano en sus ojos, y los cerré. Y cerré su boca, y dije a María, la Virgen: ¡Oh
madre mía! ¿Y dónde está la profesión que ejerció tanto tiempo? Ha pasado como
si nunca hubiese existido. Y, cuando sus hijos me oyeron hablar así con mi
madre, comprendieron que José había muerto, y clamaron y sollozaron. Mas yo les
dije: La muerte de nuestro padre no es muerte, sino vida eterna, porque lo ha
separado de los trabajos de este mundo, y lo ha llevado al reposo que dura
siempre. Y, al oír esto, sus hijos desgarraron sus vestiduras y rompieron a
llorar”(HistJo. 23-24)".
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